Yo soy el señor del unicornio | Análisis de Unicorn Overlord

Unicorn Overlord es un juego complejo, profundo, increíblemente amplio en sus posibilidades de combate y que resulta divertidísimo si os gusta la gestión de unidades de bajo nivel, de meterse en el barro.

«Conoce al enemigo y conócete a ti mismo, y saldrás vencedor en mil batallas». El Arte de la guerra es uno de esos libros que ya son literatura universal, y de los que siempre — como acabo de hacer —  puedes sacar alguna cita interesante. Sun Tzu algo sabía de esto, al final. Unicorn Overlord es, antes que nada, un juego de guerra. Porque el género «estrategia» sin duda está ahí, pero el relato de esta obra, la historia que nos quieren contar e incluso la jugabilidad que Atlus y Vanillaware han diseñado, es la de quien narra las batallas, no de quien las vive.

Y es que eso de conocer al enemigo y conocerse a uno mismo y demás, es precisamente la clave de Unicorn Overlord. Controlamos a Alain, príncipe heredero de un reino que fue conquistado hace diez años por un general corrupto, y nuestro objetivo será recuperar las tierras que ese tiránico gobernante ha arrebatado a todos los ciudadanos del continente. Para esto tendremos que formar a nuestro ejército, a todas las tropas que, como en cualquier juego de estrategia, moveremos por un mapa para que se enfrenten a otras unidades. Sin embargo, aquí viene el primer giro. No, esto no es un Fire Emblem donde iremos decidiendo qué hace cada tropa, pero tampoco es un Age of Empires donde uno se limita a mandar más unidades que el rival. Estamos ante un delicioso punto medio donde la unidad básica que manejamos son los escuadrones, conjuntos de unidades que, ojo, combaten automáticamente. Efectivamente, las batallas de Unicorn Overlord, esas escenas tan apabullantes y hermosísimas, como un artwork en movimiento, se juegan solas. Nuestro trabajo consiste en disponer de las mejores unidades de cada escuadrón, de forma que sus habilidades se compenetren entre sí, supliendo puntos flacos de unas tropas y potenciando las bondades de otras. Así, la auténtica jugabilidad, la chicha del asunto, está en la gestión. En conocer tus tropas lo bastante a fondo para dar con estrategias, sinergias, combos y mil historias más para fulminar al rival mientras, a la hora de la verdad, sueltas el mando para contemplar esa batalla pre-ganada, pero que nunca deja de ser gratificante y divertida, porque, aunque no hagas nada, quién ha decidido qué y cómo ocurrirá, eres . La verdad es que es un poco difícil de explicar, sí, pero os diré que es extraordinariamente divertido el pequeño juego de «programación» que Unicorn Overlord propone. Resulta profundamente satisfactorio preparar un nuevo escuadrón que funcione a la perfección, que se desempeñe de maravilla en el campo de batalla. Al igual que pasa en la mayoría de juegos del género, no hay nada más bonito que arrasar brutalmente con el enemigo, pero en esta ocasión lo haces con una gigantesca preparación, con un plan digno del mejor de los mariscales y con unos personajes a los que es complicado no acabar cogiendo cariño.

 

Un cariño del que Sun Tzu quizá no hablaba, pero que Atlus está acostumbrado a tratar. La historia de Unicorn Overlord, no os voy a mentir, es estereotípica, simple e incluso cansina. Sin embargo, eso no es lo importante. No es lo importante porque mientras te estás enfrentando cara a cara al enemigo, cuando tu mayor problema es esquivar la siguiente flecha, y cuando todo lo que tienes por delante son a tus rivales, lo que importa es la gente que tienes a tu alrededor. Los personajes de Unicorn Overlord me han fascinado. No todos al mismo nivel, cierto, pero muchos de los habitantes que encontraremos a lo largo de nuestra aventura cuentan con un trasfondo y unas motivaciones que construyen y dar forma a una gran trama mucho mayor que la historia principal. Dan pie a un mundo, donde ellos habitan, y donde tú querrás quedarte todo el tiempo posible. No me olvido del anciano artesano que terminó guerreando en contra de su voluntad, del príncipe que huyó de un trono indeseado, del caballero que perdió la razón de vivir y que se vuelve en tu contra. La verdadera victoria de un juego de estrategia es que conozcas a todas tus unidades, que sepas qué hace cada una, y que, en el fondo, te caigan bien. Conócete a ti mismo ¿no, Sun Tzu?

 

La verdad es que no tenía especiales expectativas por este juego. Vanillaware hace juegos preciosos, sí, pero muchas veces solo se queda en eso. Sin embargo, cuando leí en los primeros análisis que estábamos ante la «reinvención del género» me decidí a lanzarme de cabeza. Me alegra comprobar que acerté. Unicorn Overlord es un juego complejo, profundo, increíblemente amplio en sus posibilidades de combate y que resulta divertidísimo si os gusta la gestión de unidades de bajo nivel, de meterse en el barro. Acompañado con el ya mencionado y despampanante apartado visual, con unos personajes cuya historia va más allá de la simpleza habitual del género y donde, por una vez, no suena a chiste que al final de los créditos te digan que eres el Unicorn Overlord. Qué bien sienta ganar las guerras, y qué bonito es hacerlo habiendo programado tú el funcionamiento de tus unidades. Decía Sun Tzu que el supremo arte de la guerra es ganar sin luchar, y efectivamente, yo no he luchado, y ha sido una experiencia ciertamente suprema.

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