«Wowie Zowie» | Análisis de Super Mario Bros. Wonder

La onomatopeya que titula este análisis es una declaración de intenciones de este nuevo Mario. De la misma forma que el fontanero abandona sus viejas expresiones, se abandonan también los viejos esquemas. Super Mario Bros. Wonder es rompedor. Un juego con el deber de relevar una fórmula caduca y darles a los viejos plataformas en 2D un nuevo aire, algo que vuelva a atraer la atención de un público que lleva más de diez años sin ver de qué es capaz Nintendo cuando son ellos quienes hacen los niveles. Super Mario Bros. Wonder emprende esta colosal odisea, y me alegra decir que la completa con rotundo éxito.

Éxito que se palpa a simple vista, sin jugar siquiera. El nuevo título de Mario destaca de plano en algo que nunca había sido el fuerte para la saga New: un apartado artístico apabullante. Apabullante en lo visual y apabullante en lo sonoro, que todavía no soy capaz de dejar de escuchar el tema principal en mi cabeza. Una belleza y un mimo por el detalle que reflejan el espíritu de este juego; hacer las cosas bien. No hay un fondo que no sea bonito, un modelado que no esté hecho con cariño ni, no nos podíamos olvidar, una animación que no sea finísima hasta el infarto. Todo en Super Mario Bros. Wonder transmite un calor muy especial que era difícil ver en otros juegos pasados. Está claro que Wonder entra por los ojos y por las orejas estupendamente, pero lo hace aún mejor por las manos.

El gran acierto de este título es ser rompedor, sí, pero sin olvidarse de dónde venimos. La base jugable de cualquier Mario, que se caracteriza por la excelencia en el control, aquí se mantiene intacta, y si acaso se depura y perfecciona. Es a partir de estos solidísimos cimientos cuando el juego explora todo lo nuevo que quiere ofrecer. No hace falta que os hable de la flor maravilla, el nuevo objeto que, en resumidas cuentas, acarrea una mecánica nueva para cada uno de los casi 70 niveles tradicionales – ojo que hay más tipos – y hace que cada uno de ellos suponga una sorpresa constante. Sí, algunas de estas mecánicas acabarán repitiéndose en algunos niveles, pero esa es la excepción y no la regla. Casi siempre que veas la flor maravilla delante de ti, te preguntarás intrigado qué vendrá ahora, y la respuesta casi nunca decepciona. Pero hablaba antes de niveles tradicionales. No solo se ha sido rompedor incluyendo la flor maravilla en estos, sino que el juego explora también otras posibilidades para darle aún más variedad y ser todavía más sorprendente. Carreras, niveles de exploración, puzles o pequeñas arenas son algunos de los retos adicionales que Wonder nos irá planteando a lo largo de sus siete mundos, todos ellos con ese cariño y esa ansia de novedad que tan bien le sienta al juego.

Un cariño palpable, como hemos dicho, en gráficos y música, pero que también se hace notar en un añadido que a mí me ha resultado particularmente enternecedor: las flores parlanchinas. Estas pequeñas criaturas habitan todo el reino flor, y serán algo así como el tutorial, el acompañante y el alivio cómico todo al mismo tiempo. Donde se ve aquí el cariño es en las líneas de diálogo que poseen estas plantas, una sucesión de hilarantes ocurrencias que me hacían incapaz de contener una sonrisilla cada vez que leía una. Mencionar aquí un trabajo de localización y doblaje absolutamente soberbios, lo cual no es nuevo en Nintendo, pero nunca está de más mencionarlo.

Resulta evidente, llegados a este punto, lo mucho que me ha gustado Super Mario Bros. Wonder, y no es para menos. Reconozco que yo era de esos que pensaban que Mario en 2D no tenía más que ofrecer, que los Maker suponían dar carpetazo a juegos del mismo género que nunca podrían competir en volumen de niveles o mecánicas. Me alegra decir que me equivocaba. Es fascinante notar cómo muchas de las ideas y mecánicas presentes en Wonder vienen directamente de Maker y como, aun así, este título las hace suyas y aporta otro montón de ideas que nunca se les habrían ocurrido a otros. Me resulta excepcional constatar cómo, en un género tan limitado como un plataformas en 2D, la creatividad no parece tener límites.

Super Mario Bros. Wonder es un juego que sin duda será recordado como uno de los mejores – sino el mejor – de entre todos los juegos de Mario en dos dimensiones. Una obra que se atreve a, quizá no romper, pero sí deformar el molde del género y del personaje más estandarizado de toda la industria, y lo hace con absoluta maestría. Quizá a alguno se le quede corto o le parezca que aún se podría hacer más, y, siendo justos, es cierto, pero está claro que esta debe ser la nueva ruta a seguir para los siguientes juegos de plataformas del fontanero. Dejar atrás la estandarización y producción en post del trabajo artesanal y la creatividad desbordante. Nunca pensé que un juego sería capaz de hacerme decir «wowie zowie».

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Autor

Por Miguel

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