Todo el juego está basado en el papel, sí, y el que más se ha cuidado de todos, es aquel donde se escribió el guion.
Hay una misión secundaria en Paper Mario: La puerta milenaria, que consiste en ir haciéndoles una visita a todos los miembros de un club conocido como «Club Matusalén». Vamos visitando a todos los viejos del juego, que bien por el reuma, la artritis o la vida en general, no podrán visitar al siguiente miembro al que les toca pasar la circular que ha enviado el fundador. Estos adorables ancianos, que confunden el nombre de nuestro protagonista con «Darío» o «Mariano» son el típico personaje venerable que hace las veces de alcalde/líder de la localidad de turno en cualquier juego de rol. Y, sin embargo, aquí hasta esos personajes tienen un girito más. Terminando la misión contándonos que la consigna del club es «Sigue vivo hasta que mueras», comprendes qué es lo que vuelve verdaderamente especial a este juego. Qué lo vuelve único y una obra, que al igual que los miembros de este club, seguirá viva hasta que muera. Hablo, por supuesto, de Carisma.
Paper Mario: La puerta milenaria es, lo repito, carismático. Empezamos nuestra aventura rolera en una ciudad llamada —ojo— Villaviciosa. En efecto. En un soberbio trabajo de localización que, sin embargo, mantiene la esencia del texto original, la nueva aventura de nuestro bonachón bigotudo que no le haría daño a una mosca transcurre en una ciudad llamada Villaviciosa. La ciudad, además, se nos describe explícitamente como un nido de delincuentes y bandidos, un lugar repleto de indeseables, controlada por una banda de ladrones por un lado y por la dichosa mafia por otro. Por Dios, la plaza central de esta ciudad, el centro mismo del toda la aventura, está adornada con una horca. ¡Una puñetera horca! Decidme qué juego de Nintendo, y más aún, qué juego de Mario se ha atrevido a ir tan lejos, a poner su personalidad arrolladora y su espíritu rebelde tan por encima de cualquier consideración populista. Ese atrevimiento, que nos llevará, además, a colaborar con la mafia local, a ayudar a repartir paquetes ilegales por la ciudad, a hablar con un tipo, que, incrédulo nos preguntará a quién queremos que se cargue (para acto seguido explicarle que de lo que tiene que hacerse cargo son unos calzoncillos sucios) y a, en general, emprender todo tipo de acciones y tareas absolutamente fuera del molde de un juego de Nintendo, de un juego de Mario y, casi casi, de cualquier otro título de este género. Es tal la osadía que muestra este título, ¡que nos habla sin tapujos de personajes transexuales! Y sí, este hecho solo ha servido para que los cuatro tontos de siempre armen escándalo en redes, pero a La puerta milenaria eso le trae sin cuidado. Nada ni nadie puede quitarle esas ganas de ser único, ese, como decíamos, carisma. Y, aun así, incluso con todas estas cosas que ya construyen un juego único, la gente de Intelligent Systems dio un paso más allá y decidió que el juego fuera, también, descacharrante.
«¿Cómo se llamaba…? Princesa Pichichi, o algo parecido»
«Filosóficamente hablando, exploto, luego existo.»
«¡Qué dura es la vida del oficinista! ¿Te hacen muchas perradas los jefes?»
Paper Mario: La puerta milenaria es probablemente el juego de Mario mejor escrito. ¿Y qué mejor forma para saber si algo está bien escrito que viendo la calidad de sus bromas? Cada diálogo, cada personaje que encontremos en nuestra aventura nos brinda una nueva oportunidad para ver qué parida monumental nos sueltan. Qué estupidez se le pasa por la cabeza al siguiente bicho hecho de papel. Así, nos encontramos con los cuervos de Villa Sombría, que nos contarán cómo le han instalado fibra óptica a su primo, o nos darán su opinión con respecto a la crisis energética mundial y los combustibles fósiles. La escritura no deja de sorprender hasta el último momento demostrando su capacidad para hacer reír, sí, pero también para hacer llorar. Si sois más o menos conocedores de esta franquicia, sabréis que la comunidad llegó al, más o menos, consenso de que Super Paper Mario (el de Wii) era el título con mejor historia de la saga. Lo trágico de su narración invita a dejarse llevar, está claro, pero dejadme que os diga que La puerta milenaria no tiene ningún problema a la hora de ponerse serio. No quiero entrar en destripamientos de ningún tipo, pero la historia de todos nuestros compañeros, especialmente la de uno en particular, quizá no sean dignas del premio Cervantes, pero no dejarán indiferente a nadie que esté dispuesto a escucharlas como es debido. Todo el juego está basado en el papel, sí, y el que más se ha cuidado de todos, es aquel donde se escribió el guion.
Ese guion que, sin embargo, no sería nada sin lo que da verdadera estructura al juego: el rol. Hablando claro, La puerta milenaria es, a nivel jugable, el mejor Paper Mario de lejos. El sistema de combate se basa una vez más en los ya establecidísimos comandos de acción, aunque esta vez complicándolos y exprimiéndolos hasta el infarto, dando lugar a otro de esos fantásticos juegos de rol donde no miraremos la pantalla en la inopia mientras recorremos menús, sino interviniendo directamente en la acción, pulsando el botón que toca, manteniendo la palanca en la dirección adecuada y haciendo, cuidado, parry. Podría dedicarles hojas y hojas a estos sistemas, a ese equilibrio brillante entre solo tres estadísticas que dan pie a una subida de nivel que ya no es simplemente una mejora, sino parte de nuestra estrategia a largo plazo. A esos números, cómicamente pequeños, donde los enemigos tendrán dos de vida, y nuestro daño con el salto será de uno. Me encanta ese espíritu de no necesitar cifras gigantescas ni alardes estadísticos. Si el enemigo tiene cinco de vida y uno de defensa, y yo tengo dos de ataque, le haré uno de daño. Así de simple. Y, sin embargo, que esta sencillez no os lleve a pensar que estamos ante un sistema simplón, pues os sorprenderá lo increíblemente profundo que puede llegar a ser ese combate, de lo complicadas que se pueden poner las cosas cuando el juego quiere y de ese parry que es más difícil de dominar que el de Sekiro. Vine por el carisma, y me quedé por su sistema de combate.
Paper Mario: La puerta milenaria, es uno de mis juegos favoritos, creo que eso es de sobra conocido. Lo es por ese humor y ese espíritu que ningún otro juego de Mario es capaz de mostrar, esa osadía tan única que sorprende en todos los giros y vueltas rocambolescas que da el título. Lo es, también, por un sistema de combate absolutamente increíble, que entretiene hasta en el enfrentamiento más trivial y que siempre, incluso tras haberlo rejugado tantas veces, se las apaña para enseñarme cosas nuevas de sí mismo. «No subestimes la fuerza de Mario y sus increíbles compañeros, aunque sean tan finos como una hoja de papel…» Esta frase, escrita en la contraportada del original de Gamecube no podría describirlo mejor. Los del club Matusalén nos invitan a vivir hasta que muramos. Os puedo asegurar que este juego sigue muy vivo, y espero que el remake abra las puertas a un retorno al rol más tradicional. Y si no lo hace y tenemos que volver a esperar mil años, pues que así sea. Milenaria o no, la puerta nunca se ha sentido tan joven, y sin duda vivirá hasta que muera, esperemos que dentro de, como mínimo, otros mil años.
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