Sentir el ritmo | Análisis de Hi-Fi Rush

Hi-Fi Rush no alcanza en excelencia mecánica a un Bayonetta, pero lo compensa de sobra con una personalidad arrolladora.

Me encantan los Hack and Slash. Ya sabéis, esos juegos de darse de mamporros contra chorrocientos mindundis mientras tratamos de mantener el combo y de que no nos toquen. Ese tipo de juego que es una de las expresiones más puras de los juegos de acción, sin tonterías ni filigrana, solo tú, tus oponentes y tu destreza. El resto es accesorio. Precisamente por eso me pilló tan desprevenido este juego cuando salió, literalmente de la nada, a principios de año, y aunque no he tenido ocasión de terminarlo hasta ahora (cosas de la vida, oye), sí que se mantuvo en mi radar desde entonces. Y más vale.

El girito que propone Hi-Fi Rush no es ningún secreto: el ritmo. Más allá del típico combate basado en combos y machacabotones típico de este género, aquí añadimos una curiosa capa más: seguir el compás. Si queremos hacer más daño, debemos respetar el ritmo. Si queremos buenas puntuaciones, debemos respetar el ritmo. Si queremos esquivar los ataques enemigos, debemos respetar el ritmo. Si queremos, en definitiva, jugar, debemos respetar el ritmo. Es la mecánica más extraña y sorprendente, yo desde luego no recuerdo ningún otro juego de este género que añadiera algo así, y lo verdaderamente interesante es que funciona. Podría parecer que obligar al jugador a atacar con una determinada cadencia puede ser limitante o una molestia, pero nada más lejos de la realidad. Al final, en cualquier juego de este estilo, acabamos cayendo en la manidísima expresión de «este combate es como un baile» ¿os suena? En el fondo casi todos los juegos con combates en tiempo real bien hechos poseen una especie de ritmo subyacente. Un compás que marca cuándo debemos atacar, esquivar o hacer parry – vais a flipar con esto – para que el combate se desarrolle a nuestro gusto. Por eso no pilla por sorpresa el ritmo. Por el contrario, se vuelve totalmente natural al cabo de unas pocas horas que todo lo que nos rodea funcione así, y al final nos queda el mismo placer de cualquier otro juego unido a un gusto musical sin parangón.

Batalla contra Korsica, donde el uso del «parry» rítmico será imprescindible para salir victoriosos.

Pero lo mecánico de Hi-Fi  no queda ahí. No me voy a parar a describir paso por paso el combate, porque podríamos estar hasta mañana. Os seré franco: Hi-Fi Rush no alcanza en excelencia mecánica a un Bayonetta, pero lo compensa de sobra con una personalidad arrolladora. Esa posible falta de finura – exigua pero existente – se pasa por alto ante otras mecánicas que compensan. El ya mencionado ritmo es la más predominante, por supuesto, pero también tenemos añadidos la mar de curiosos. Tenemos a los compañeros, por ejemplo, que añaden una ligera capa tipo puzle a los combates, y que oye, no viene mal. Pero donde realmente compensa el juego, donde se desmarca de tantos otros y alcanza la excelencia – por otra vía, pero lo alcanza – es en el parry. Solo hay una forma de describir la sensación de hacerle una parada perfecta al enemigo al ritmo del compás: delicioso. He hablado muchas veces de cómo el parry es, para mí, la mecánica más satisfactoria de los videojuegos, así en general. Si a esa idea de precisión absoluta le añadimos además la de memorizar y replicar ritmos, tenemos ante nosotros a algo que yo creía imposible: una mejora. Porque sí, el parry en Hi-Fi Rush es mejor que en Sekiro. Y lo es porque explora más allá, porque añade un recubrimiento extra que es increíble, y que, si os va este rollo, os va a encandilar. Mención muy especial a la batalla contra Korsica. De nuevo, vais a flipar con esto.

Chai, el prota. Un personaje «único».

Pero ningún buen Hack and Slash puede construirse solo con combates. Hablaba antes de personalidad arrolladora, y no era baladí. El añadido del ritmo es, una vez más, lo verdaderamente notorio, pero la cosa no queda ahí. Hi-Fi es carismático. A través de una serie de personajes la mar de rocambolescos y de unos diálogos absolutamente hilarantes, lo último de Tango se transforma en una aventurita con el típico toque canalla y rompe-cuartas-paredes que tan bien le sienta a un juego que ya es, de por sí, una declaración de intenciones a romper con lo establecido. No solo con las mecánicas, sino también con su argumento. Un argumento en el que no voy a hacer especial hincapié, tampoco es esto Hamlet, pero oye, nada mal para un juego así. No pretendo engañaros haciéndoos creer que lo que vais a encontrar es inolvidable, pero como ya he dicho, sí que se percibe un claro esfuerzo por hacer las cosas bien. Un cariño que se plasma en los personajes, en los diálogos y en toda la parte artística del juego. Una obra que se ha hecho, a fin de cuentas, con verdadera pasión.

 

Hi-Fi Rush es el mejor Hack and Slash del año. De lejos. Un juego que propone una vuelta de tuerca en uno de los géneros más establecidos y simples – que no simplistas – de la industria. Una obra que pretende entretener y hacer reír con una pureza envidiable. Llegue o no a la excelencia de Bayonetta, en Hi-Fi no os va a faltar la diversión. Un imperdible para amantes del género a los que solo os puedo dar un último consejo: no escuchéis el ritmo, sentid el ritmo.

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Autor

Por Miguel

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