¡Envido! | Análisis de Balatro

El título no lo apuesta todo a una carta, pero tampoco tiene pares. Se queda, simplemente, con un Pedrete.

Si algo me ha enseñado mi experiencia universitaria, es a jugar al Mus. Pocos juegos resultan tan curiosamente atrapantes, tan alegremente infinitos y tan capaces de generar el más absoluto odio por el prójimo. Y no, de verdad que no hablo de Mario Party. La gracia del Mus está precisamente en eso, que, incluso habiendo jugado mil y una partidas, aquí no hay una lista de tableros o de minijuegos que inevitablemente se agota, pues aun jugando solo con cuarenta cartas, las situaciones que pueden producirse son, en la práctica, inabarcables. Ya sé que el Balatro va de póker, pero en nuestra patria se lleva más el Musele, y lo que os quiero contar es lo mismo: que, aunque el juego de cartas sea siempre una experiencia refrescante y distinta, el Balatro no lo es tanto.

— ¡Envido a grande!

— Dos más.

Cuando Balatro funciona, cuando esos números que deberemos hacer crecer con nuestras manos hasta alcanzar el límite de cada ciega cumplen, la experiencia es soberbia. El título es bien consciente de eso, con todas sus mecánicas girando entorno a esta idea, con sus comodines, sus cartas de planeta, sus cartas del tarot y todo el resto de mitología, misticismo y astrología que os apetezca para que al final, casi por intervención divina, alcancemos esos cien mil puntos con tan solo un Full. La gracia del juego está precisamente en eso, esa búsqueda a través de todas las opciones que ofrece para que lleguemos a una combinación destructiva, con sinergias, combos y números llameantes. Esa parte de la experiencia es la que hace de este título uno de los indies más populares y adictivos del momento, y ojo, con razón. Pero el problema de apostar siempre a la grande es que todavía quedan otras tres manos por jugar.

— Chica.

— Paso.

Balatro gestiona muy mal las malas runs. No os lo he contado, pero estamos ante un roguelike donde, como decía, tendremos que superar una puntuación en cada ronda. Un roguelike que, por cierto, no tiene en la práctica ningún tipo de progresión permanente. Si hay algo más frustrante que un juego de azar, imaginaros un roguelike donde solo importe el azar. Todas nuestras capacidades de mejora a lo largo de una run están supeditadas a nuestro dinero, que se consigue tras cada ronda. Este lo podremos gastar en una tienda donde aparecerán – lo habéis adivinado, al azar –  distintos tipos de cartas que podremos añadir a nuestro mazo para ir mejorando. ¿Ha salido un comodín que multiplica por 3 el combo? Hemos ganado automáticamente. ¿Has llegado a la tercera apuesta y no tienes subido de nivel el tipo de alguna mano? Ya te enseño el botón de reiniciar. Es evidente que, en un juego de cartas, cuando tienes mala suerte, pues tienes mala suerte. Pero Balatro, por más que lo intente, no es solo un juego de cartas. Resulta frustrante, cansino y, lo diré, aburrido, empezar runs y ver que la cosa no tracciona. Para eso mejor paso esta ronda.

La tienda es el lugar donde obtener las mejoras en cada run.

— ¿Pares?

— No.

Aún, así, el juego no se rinde en su intento de llegar a ser infinito y no cansar nunca. Balatro está pensado para que la mayoría de las partidas sí traccionen, sí que tengan algo que te haga entretenerte hasta que venzas o seas vencido. No solo todas las mecánicas que mencionábamos antes, también en toda la propuesta de posibles inicios que tiene el juego. De la misma forma que The Binding of Isaac tiene chorrocientos personajes, aquí contamos con un potosí de barajas distintas y con muchísimos modos de dificultad para que tengas un lugar donde hundir cientos de horas si es lo que quieres. El título no lo apuesta todo a una carta, pero tampoco tiene pares. Se queda, simplemente, con un Pedrete.

— Juego.

— Espera que sume… ¡ah pues sí!

Entiendo qué es lo que ha generado tanto furor alrededor de este juego durante las últimas semanas. Balatro es, al final, muy divertido cuando quiere, y a todos nos produce cierto gustito en el cerebro ver cómo crecen esos números hasta el infinito. Balatro, permítanme la licencia, suma por poco 31, pues es verdad que su propuesta es atractiva y difícil de no encontrar entretenida si no le dedicas más de vente partidas. Una propuesta interesante que puede ser lo vuestro si os encantan los juegos de cartas, pero que no tiene tanto recorrido como un roguelike normal. La gente de LocalThunk ha sacado una buena mano, pero es más un 35 que un 40.

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Autor

Por Miguel

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