El punto medio | Análisis de Fire Emblem Echoes: Shadows of Valentia

Sorprendentemente, este es el segundo juego de Fire Emblem que me paso este año. La verdad, no tenía intención de hacerlo, pero por una tontería gordísima, acabé recordando que tenía comprado este juego de la 3DS que nunca llegué a completar, así que decidí emprender esta odisea. Y sí, la palabra es odisea.

Con Engage (entrada más reciente de la saga) me pasó una cosa curiosa que ya comenté en su día, pero que repito ahora. Lo que me gustó de ese juego fue su apartado jugable. La parte más puramente táctica y estratégica, la gestión de unidades, de armas, de recursos, de habilidades. Lo que me mantuvo entretenido durante más de cuarenta hora ahí fue la diversión absoluta y genuina que me producía jugar, más allá de que, como mencionaba también en enero, la historia dejase muchísimo que desear y fuese más un añadido paupérrimo que una parte del juego propiamente dicha. Pues bien, en el juego que ahora nos atañe por el contrario, he vuelto a experimentar – un poquito – el efecto que tuve en su día con Three Houses: enamorarme de los personajes. Parece que esta saga nunca es capaz de satisfacer del todo las dos cosas, o la parte jugable o la historia, pero en Echoes se alcanza un equilibrio razonable.

Y digo razonable porque ninguna de las dos áreas son para volverse loco. Empecemos por la historia. Sin destripar nada, diré que la trama en sí misma está bien, se mantiene digna a diferencia de la de Engage pero no vuela la cabeza de ninguna forma. Sí, se tratan alguno temas interesantes y hay algún girito muy predecible que puede hacerla algo intrigante, pero hay poco que destacar. Lo que realmente me ha gustado de la historia son los personajes. Al igual que en Three Houses, puede que no me quede con ningún nombre – es lo que tiene que nadie se llame Paco, yo qué sé – pero sí que me quedo con el recuerdo de quiénes son. Las inquietudes de algunos, las aspiraciones de otros y, en general, qué les hace ser quien son. Tampoco pretendo decir que la escritura iguala al primero de Switch en ese sentido, pero se nota un cariño por hacer a los personajes parte de la historia, de involucrarlos con el jugador de forma potente y, en general, de construir un pequeño ejército donde tengas algo que contar de cada unidad. Algunos personajes llegan a ser más memorables que otros, y los dos protas, Alm y Célica son quienes más acaparan y centran nuestra atención, pero aún así voy a guardar con cariño el recuerdo de el plebeyo que encandila a la noble, los hermanos magos, el arquero no correspondido o la curandera que nunca estará junto al amor de su vida. De nuevo, nada por lo que volverse loco, pero no por ello una mala historia. A mí me ha gustado, qué queréis que os diga.

La segunda parte del equilibrio que decíamos antes está en el combate. En ese caso el referente que tengo está en Engage, donde esta era la parte más destacada y mejor trabajada. De nuevo, Echoes se queda en una suerte de punto intermedio. Los combates me han resultado mucho más interesantes y retadores que los de las tres casas, especialmente si intentas jugar de forma «legítima» y no permites que ninguna de tus tropas caiga en combate. En general, se nota cuándo el juego quiere ponerte a prueba, y lo hace, no solo de forma coherente con la trama y el mundo, sino además en moderada igualdad de condiciones. Aún así no dejan de aparecer los típicos enemigos tramposos que rompen un poco esa ilusión, pero en general esa es más la excepción que la regla. No he respetado mucho la regla legítima que decía antes porque no ando con tiempo para eso, pero sé que de haberlo hecho me las habría visto y deseado para ser capaz de sobrevivir con todas mis tropas a según qué combates. Echoes no es un juego que pretenda ser dificilísimo, pero sí que aprovecha con mucha inteligencia sus recursos para ponerte un poco contra las cuerdas y obligarte a pensar y a jugar con cabeza antes de lanzarte a lo loco a afrontar un combate.

Fire Emblem Echoes: Shadows of Valentia es un juego que, como digo muchas veces, no le va a cambiar la vida a nadie. Como historia, no me resulta tan memorable y especial como Three Houses, entrada en la serie que tiene el honor de seguir siendo mi favorita. Como juego puramente de estrategia, Engage llega a ofrecer más y más variados retos que exigen mayor planificación por parte del jugador. Aún así, aunque pueda parecer con esto que el juego se queda a medio gas, diría que el punto intermedio que alcanza lo vuelve quizá más memorable que muchos otros juegos. Hay algo en esa historia que intenta transmitir un mensaje potente, y que, aunque quizá no lo consiga, a mí me hace difícil olvidar las escenas del inicio de juego en el pueblecito. Una pequeña magia que se construye con esos combates que no son de infarto, pero que tienen el reto y la variedad justa para sentirte unido a tus tropas, que te importen realmente en el campo de batalla y que te preocupes un poco por ellas.  Un Fire Emblem sólido, que gustará a quien tenga que gustar y dejará de hacerlo a los que no. Me encuentro por suerte en el primer grupo, y me encantaría que el próximo juego de la saga potencia más esta idea del punto medio.

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Autor

Por Miguel

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