Deliciosamente lineal | Análisis de Lies of P

Hace poco hablaba de Kannagi Usagi, ese juego gratuito de Steam que copia de forma descarada a Sekiro, pero que ofrecía una experiencia, precisamente por ser una copia tan fiel, casi tan soberbia como la del título de From. Hoy le toca el turno a otro juego que no esconde sus inspiraciones, que sabe de dónde viene y a quién va dirigido: Lies of P.

Venir, venimos de Bloodborne. O bueno, de cualquier Souls en realidad. Lies of P es uno de los mil Soulslike que se han estrenado en los últimos tiempos. La enésima iteración de la misma fórmula, con los controles en los mismos sitios, las mecánicas idénticas y la misma ambientación críptica y opresiva. Casi podría terminar aquí el análisis y sabríais de sobra de qué va esto. Sin embargo, Lies of P no se conforma con ser solo la copia de la copia. Aquí se nota un trabajo mucho mayor, un esfuerzo palpable en muchas de sus ideas y un buen hacer que sorprenden, de nuevo, de un título que no parece aspirar a más que el expolio. Un esfuerzo que se nota, en primer lugar, en el apartado técnico. Lies of P se ve y se mueve francamente bien, lo cual no es tontería teniendo en cuenta que From Software no ha optimizado un juego en su vida. El juego se mantiene solidísimo en sus 60 imágenes por segundo durante toda la partida, y todo ello acompañado de un brazo técnico que, sin volverse loco, sí que se permite alguna filigrana con los diseños y la iluminación – sobre todo en interiores – que dan bastante gustito a la vista. Lies of P consigue así diferenciarse de primeras con otros juegos de este estilo: viéndose bien.

Krat, la ciudad donde se ambienta el juego.
Krat, la ciudad donde se ambienta el juego.

Pero todos sabemos que este género no se construye con caras bonitas. Aquí la cosa va de pegarse, una y otra vez y de explorar mapeados más o menos laberínticos en el proceso. Fue precisamente recorriendo esos mapas cuando el juego se ganó por primera vez mi corazón. A diferencia de los Souls más tradicionales, donde el mapeado es tremendamente intrincado y tedioso de recorrer, Lies of P se da cuenta de algo que ni la propia From parece haber entendido: que no queremos andar. Recorrer laberintos y mapas en los Souls nunca ha sido la parte divertida, y este juego lo sabe. Evidentemente sigue necesitando un mapa para contextualizar y situar su obra, pero, lejos de recrearse con recorridos kilométricos y laberintos infinitos, el juego propone un constante sistema de atajos y pasadizos para que nunca tengas que repetir la misma sección ocho veces. En general, todo el mapa acaba convirtiéndose en un precioso pasillo donde es difícil perderse, lo que te permite ir a lo que de verdad te importa: las tortas.

El combate de Lies of P no es, de nuevo, nada que no podáis imaginar. Fijar al enemigo, atacarle con el gatillo, esquivar mientras das vueltas a su alrededor… lo de siempre, vamos. Aquí es donde el juego se pone menos creativo, y se agradece. En lugar de intentar añadir más capas o alguna mecánica extraña, Lies of P comprende la importancia de la simpleza y pureza de este combate, de ese duelo cara a cara que vuelve realmente buenos a estos juegos. Decía que el juego venía de Bloodborne, pero en vistas de los enfrentamientos este no es el único título del estudio japonés que vamos a ver «referenciado». Tenemos, por ejemplo, los parries más propios de Sekiro, con – casi – la misma finura que en el de samuráis y haciéndola una mecánica fundamental para esquivar un tipo de ataque enemigo concreto. El combate, en definitiva, funciona, y funciona casi tan bien como en cualquier juego de From, añadiendo la complejidad justa, pero sin perder la simpleza y la claridad.

 

Una claridad que también se nota en otro apartado del juego: la narrativa. De nuevo, Lies of P comprende qué se está haciendo mal y lo trata de mejorar. La historia de Lies of P es, por supuesto, una reinterpretación del original «Pinocho», de Carlo Collodi, pero con el típico girito siniestro y aberrante propio de Miyazaki. La diferencia aquí es que esta historia, más allá de ser mejor o peor, existe. No necesitas indagar como un loco en las alfombras o ejercitar la compresión lectora de un puchero abollado. Lies of P cuenta cosas de forma más o menos directa, con sus personajes y sus diálogos, y, sí, con algún texto ocasional. La historia intenta transmitir algo emocionante y emotivo, para lo cual hace también uso de la música, un apartado sorprendentemente bien traído.

Lies of P no es rompedor. No es especial. No es vanguardista. No es creativo. No es innovador. Lies of P es divertido. Un título que sabe perfectamente a lo que va sin esconderse. Que trata de mejorar la obra del maestro, llegando a conseguirlo en algunas cosas y fallando en otras. ¿Enemigos detrás de un muro en ángulo muerto? Sí, faltaría. ¿Combates contra jefes increíblemente satisfactorios? También. Lies of P es un souls, punto, pero uno más liviano. Liviano en su diseño de niveles, liviano en la agilidad de sus combates y liviano en cómo contarte una historia. «Café para muy cafeteros», si me permitís la expresión, aunque puede que en este caso le hayan puesto algo más de leche.

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Autor

Por Miguel

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