Cuando uno cae, seguimos | Análisis de Clair Obscur: Expedition 33

Expedition 33 es un juego que, de lo bien que se juega, dirías que efectivamente tiene treinta y dos precuelas.

Seguimos. Esa es la palabra que aparece en la pantalla cuando completas un combate en Clair Obscur: Expedition 33. No pone «siguiente», no pone «continuar», no pone, ni siquiera, «seguir». Pone seguimos. Una palabra que dice muchas cosas, que nos invita a pensar en el futuro, sí, pero que denota una inevitabilidad, un peso, una necesidad de continuar adelante, independientemente de lo que hayas tenido que hacer antes. «Cuando uno cae, seguimos». Seguimos, siempre seguimos.

Diría que esta es la parte más sorprendente de Clair Obscur: Expedition 33. Su historia. Una narración sencilla en ocasiones, atrevida en otras y francamente desconcertante en algunas. Nuestro relato da comienzo en Lumiere, una ciudad que hace un poco más que recordar a París; ya sabéis, casas destruidas, rocas volando… Lo habitual en Francia, vaya. En esta ciudad conocemos a nuestros primeros compis de aventuras: el bueno de Gustave, con un brazo robótico molongo, la buena de Maelle, que corre que se las pela por las azoteas y algún otro fulano por la ciudad. Seguramente hayáis oído hablar de este comienzo, el prólogo de Clair Obscur, un prólogo no tan rimbombante a mí parecer como para echarse a llorar, pero que sí consigue contarte mucho con más o menos poco, y que te pone en vereda en cuanto a tono y tema de cuánto está por venir. Este prólogo termina de una forma que no os diré, pero la cuestión es que toca ir a explorar el continente, a cargarse a la señora esta que pinta números. A partir de aquí, mucho me temo que no os puedo contar mucho más. Me encantaría hablaros de todo lo que hace el juego a nivel narrativo. De tantos momentos que te dejan con la boca abierta, de otros donde las agallas del juego superan lo razonable y de unos últimos donde he dudado como hacía mucho que no dudaba. Pero, como digo, no os puedo hablar de ellos. Me dolería robaros esa experiencia, la de ir conociendo a esos compis, ir forjando los lazos a lo largo de la aventura, ir descubriendo el fascinante mundo que Expedition 33 nos plantea. Un mundo que os puede parecer más o menos feo —conformado por una dirección artística que tildaré, si me lo permitís, de excesiva—  pero que sin duda os enamorará igualmente gracias a su música, a sus habitantes y a sus historias. Bueno, y por una cosita más, por su combate.

El combate. El combate de Clair Obscur: Expedition 33 lo puede, sencillamente, todo. Absolutamente todo el peso del juego se asienta, comodísimamente, sobre los hombros de un sistema de combate que no es brillante, sino perfecto. Una obra de la ingeniería jugable y de diseño tan soberbia que sorprende, y que a mí me ha dejado sin palabras. Expedition 33 es un juego que, de lo bien que se juega, dirías que efectivamente tiene treinta y dos precuelas. Y eso que tampoco hace nada nuevo, ojo. La idea resultará familiar para quienes hayan probado algún juego de rol de Súper Mario. Durante nuestro turno, podremos escoger qué acción realizar. Si se trata de alguna magia o habilidad especial, se nos pedirá ejecutar un sencillo comando de acción —no, no se llaman quick time events, por Dios— para que el ataque resulte más efectivo. Hasta aquí, bien. La gracia, igual que con los del fontanero, viene cuando al que tenemos enfrente le da por devolvernos la galleta en lugar de seguir mirando. Ay mamá. Esquivas, parries, contraataques y el que faltaba para el duro se unen en un baile de movimientos enemigos y desvíos infartados de último segundo dignos del mejor Hack and Slash. No hay un parry fuera de lugar, un combo enemigo que no sea disfrutón de esquivar y ni un solo combate —repito, ni un solo combate— que no sea divertido librar. Tal y como ocurre en los juegos de rol realmente buenos, el enfrentamiento más trivial contra el masilla más pelagatos es tan atractivo como el duelo bombástico contra un jefe formidable. Siempre apetece combatir al siguiente Nevron, siempre hay ganas de hacer un parry y devolver el golpe con una inquina (y potencia) multiplicada por mil. Normalmente, con estos juegos, suele apetecer llegar al final, terminar, tener la máquina de relojería engrasada y partirle la cara al jefe final. En Clair Obscur, ya estaba desde la hora dos con ganas de volver a empezar, de repetir esos movimientos y esa maravilla que es el combate de este juego. Sin hacer nada nuevo, sin aportar apenas una idea nueva a la mesa, Expedition 33 cuenta con uno de los mejores, sino el mejor, sistema de combate de los últimos tiempos. Y no, no me he olvidado de filtrarlo por género.

Y tampoco filtro por género cuando os reconozco, con algo de pudor, pero cero remordimientos, que esta obra me ha encantado. Clair Obscur: Expedition 33 es un juego sorprendentemente bueno y redondo pese al tamaño del equipo que lo desarrolla. Un RPG con todas las letras, redondo donde más importa: en plantear una historia y unos personajes interesantes y profundos, pero, sobre todo, confeccionando un sistema de combate que nada tiene que envidiarle a un Persona, Sekiro, Bayonetta o Mario & Luigi. Yo he caído —enamorado— de este juego, pero seguimos. Seguimos con ganas de más. Y seguiré siguiendo hasta que ya no pueda seguir, por mis cojones 33.

[100]

Autor

Por Miguel

Deja una respuesta