EL hype es un cáncer en la industria del videojuego

«Dejar de ser consumidores exigentes demandando una wishlist inventada y volver a ser jugadores curiosos dispuestos a ser sorprendidos.»

Estoy genuinamente harto: cada vez que hay una conferencia o anuncios, siempre es lo mismo, «menuda mierda». Yo, con la curiosidad de quien busca entender el origen del descontento, me dispongo a comprobar el contenido y, sistemáticamente, encuentro… juegos. Juegos nuevos, trailers de gameplay, propuestas arriesgadas, títulos curiosos que se ven divertidos, y proyectos que, si bien beben de otros (activando la comparación automática de nuestra mente de primate), merecen indudablemente una oportunidad de ser probados.

Si la función primordial y declarada de estos eventos es presentar novedades y mostrar el futuro inmediato del medio, ¿por qué una conferencia que cumple exactamente con esa misión —traer juegos— es tratada con un desdén tan profundo?

La toxicidad de las expectativas desmedidas es tal que eventos vitales y, como vemos en la mayoría, repletos de contenido, son virtualmente ignorados. Tomemos de ejemplo mi amado PC Gaming Show: cada año trae una cosecha de juegos independientes y proyectos de nicho interesantísimos, pero es sistemáticamente subestimado. Se le trata como contenido de relleno porque no satisface la sed insaciable por la «bomba» de un triple AAA multimillonario o de otra nueva entrega de una IP prostituida.

No buscamos juegos, como industria, buscamos anuncios bombásticos, alimentados por nuestros rumores elevados y un hype que se ha convertido en la única métrica de éxito. Este fenómeno es el verdadero cáncer de la industria. Y es el resultado de una ceguera colectiva, usando la euforia momentánea del anuncio espectacular sobre la sustancia de las novedades presentadas. Somos injustos con las organizaciones y, más preocupante aún, con los desarrolladores cuyas propuestas originales, o aquellos que beben de otros con giros relevantes, quedan sepultados bajo nuestras expectativas insatisfechas. Nuestra adicción a la bomba nos ha robado la capacidad de disfrutar y valorar la diversidad y la creatividad que realmente definen el futuro y la calidad del medio.

La solución, sin embargo, está en nuestras manos. Necesitamos un cambio radical: dejar de ser consumidores exigentes demandando una wishlist inventada y volver a ser jugadores curiosos dispuestos a ser sorprendidos. Así es, de hecho, como se encuentran las joyas que definen esta industria. Si Hollow Knight, Sea of Stars, Disco Elysium   o tantas otras joyas hubieran sido presentadas bajo la lupa del desdén, habrían recibido el mismo trato. Debemos acercarnos a las conferencias con la mente abierta al descubrimiento, y darle una oportunidad real a estos juegos. Es mejor que sean ignorados en nuestra lista de deseados, que desde la primera vez que salieron en pantalla grande.

Solo cuando valoremos el contenido por su mérito intrínseco, y no por cuánto hemos gritado por un trailer, podremos curar uno de los mayores cánceres de la industria y redescubrir lo que realmente importa: jugar.

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